Desde muy joven en La Habana, Cuba, Raida Pita encontró una forma creativa y apasionada de darle sentido a su vida a través de la escritura original de letras y músicas, historias que llamamos canciones. Y a pesar de su profesión –su carrera– que la envolvió en el arte glorioso de la pintura de retratos al óleo artísticos y precisos, Raida se dio a la creación de la música como la forma más verdadera, más profundamente personal de revelar su alma.

Con el triunfo del comunismo en 1959, un período oscuro comenzó en Cuba donde era difícil sobrevivir como retratista. Por esta y muchas otras razones, Raida y su esposo decidieron sacar a sus hijos y salir del país para buscar una mejor vida, libertad y felicidad, decisión que dio lugar a serias represalias gubernamentales. Su marido fue confinado a un campo de concentración de trabajos forzados sin derecho a visitas por dos años, y no fue hasta 1970, después de cumplir esa sentencia, que se le permitió reunirse con la familia y salir de Cuba sólo con la ropa que llevaban puesta. La agonía de este período provocó anhelos emocionales que llevaron a la creación de canciones profundamente conmovedoras sobre el poder del amor contra la yuxtaposición de la desesperación y el anhelo.

Después de un breve período en España, donde la familia se reagrupó y preparados para un valiente nuevo mundo que ofrecía la esperanza de abundantes oportunidades, los Pitas llegaron a su destino final: Tampa, Florida, en Estados Unidos. Justo cuando parecía finalmente que el nuevo día había llegado, Raida experimentó la repentina muerte de su esposo, una tragedia que la dejó en la más absoluta desesperanza y el más profundo de los desasosiegos. Ahora era una viuda con tres hijos en una tierra que hablaba un idioma extranjero, con la demanda siempre presente que tenía que aprender a conducir y gestionar por sí sola las finanzas de una familia joven sin ningún tipo de apoyo. Por lo tanto, tenía que hacer crecer rápidamente su base de clientes como una artista del retrato con el fin de sobrevivir. Al mismo tiempo, las canciones continuaron fluyendo de su alma, canciones que revelaban la profundidad de su amor por su marido fallecido, la importancia de vivir en el presente, y la necesidad que las almas tienen de soñar, no importa qué o cuánta tormenta pase por uno.

Como único sostén de su familia, sus viajes y trabajos como retratista requirieron tremendo sacrificio y esfuerzo hercúleo. A pesar del intenso trabajo, la música continuó emanando del corazón de Raida, proporcionando así un alivio, un bálsamo y una verdadera forma de complementar esa inmensa creatividad que alberga en su interior. Sus canciones son el paisaje en verbo que la mano ya temblorosa no se atreve a dibujar, son la continuidad artística de sus pinceles sobre el pentagrama.

La música en este álbum consta de diez canciones favoritas de Raida que ella escribió a través de las décadas. Ellas reflejan la profundidad de su alma y la abundancia de emoción que ha prosperado en su interior contra todo pronóstico. Estas canciones cuentan la historia de su vida como retratos musicales, una historia con un hilo de sentimientos coherentes poderosos y una inteligencia emocional que a veces se encuentran, pero rara vez se retratan. Esta música conecta el corazón y el cerebro de un modo que eleva la experiencia humana.

Las viñetas emotivas en este documento son el legado de un corazón humilde, una audaz soñadora, y una rebelde apacible que se negó a aceptar la mediocridad. Estas canciones invocarán a vivir más profundamente, a abrazar el poder de las emociones en cualquier momento y dondequiera que existan, y a darse cuenta de que una vida sin sueños –grandes sueños, audaces sueños– es una vida insatisfecha, una vida que se queda corta de la verdadera belleza que Dios quiso para todos nosotros.

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Acerca del artista

Este álbum es el resultado de muchos años de cuidadoso trabajo. Es una comunión entre una artista genuina cuyas creaciones son prolíficamente diversas y un grupo de profesionales, amigos y familiares que son eternos soñadores. Cada canción es un reflejo de experiencias personales y sueños íntimos que se destacan sobre un pentagrama de alegrías y ausencias. La poesía de Raida se extrae de una juventud que está siempre presente y luego se combina con una madurez artística para producir un legado para las generaciones futuras.

Con la humildad de los grandes, Raida Pita nos entrega una joya musical que se abre con estas palabras de agradecimiento a todos los que lo hicieron posible.

"Soñar es alimentar el alma con visiones celestiales. La realización de este álbum es como ganar un boleto al paraíso. Dios me bendijo rodeándome de Ángeles maravillosos que me abrieron las puertas de ese paraíso. Debido a ellos, realicé mi sueño. Gracias a todos los que contribuyeron en cuerpo y alma a este maravilloso proyecto".

 Orígenes: La evolución del álbum “De Lejos”

 El proyecto comenzó hace un par de años cuando toda la familia estaba sentada alrededor de una mesa en una cena familiar y Raida expresó por primera vez que a lo largo de sus años de formación ella creía que sería una compositora e intérprete profesional. Cuando se le preguntó por qué no lo siguió en sus años más jóvenes, Raida declaró que pensó que “sería difícil ganarse la vida con la composición” (cita de una mujer que crió a tres niños a través de su trabajo como retratista). Fue en ese momento que Garry, su nuero, decidió que grabar las diez canciones favoritas de Raida, que pertenecen a su biblioteca de más de 40 años, debía llevarse a cabo para preservar su legado, así como para dejarle con la experiencia de ser una artista establecida.

Sus canciones son un reflejo de los capítulos de la vida. Incluyen una mirada profunda y detallada de las alegrías y las tristezas, las ganancias y las pérdidas, las victorias y las derrotas que el mundo trae sobre todos nosotros. Pero en cada canción hay un elemento común: un amor triunfante que siempre perdura, se eleva y bendice a todos los que vienen a conocerla. Que estas canciones lo inspiren a vivir placenteramente, saboreando los momentos del presente, mientras se acarician los recuerdos del pasado.